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REGULAR A LOS PASEADORES DE PERROS NO SERÁ TEMA SENCILLO

Por: Marielena Hoyo Bastien

Le tomo la palabra al presidente López Obrador en lo relativo a emparejar a nivel país las disposiciones para castigar con el duro peso de la ley el maltrato y abuso sobre los compañeros animales, pero quizás de momento mucho mejor resultaría que fuera a través del Código Nacional de Procedimientos Penales, ya que trabajar una ley GENERAL además de conllevar bastante tiempo por la mucha y severa discusión que cargaría, presentaría el riesgo de que esos ordenamientos quedaran a la interpretación de cada nivel de gobierno, repercutiendo pésimamente en casos como los que ya se han visto, en donde quien manejaba el rastro municipal se amanece como alcalde, dado lo cual, contrapropongo trabajar armónicamente una legislación FEDERAL de protección y bienestar animal, aunque el futuro inmediato pinte para que en lo que queda del sexenio todo se concentre en LA SUCESIÓN y en agarrar hueso para el 24, pero…

Antes de entrar de lleno al tema principal de la fecha, no quiero dejar de manifestar la tremenda preocupación que me dejó una pequeña nota aparecida en el periódico Milenio del pasado martes, titulada: “Llegarán a territorio chapo 10 hipopótamos de Escobar”. Esa cabeza es realmente LA NOTA. ¡Que conste! Quedaron avisados, y…

paseador de perros
Paseador de perros Ilona Shorokhova

Pasando ya al asunto de los Paseadores de Perros, definidos en una propuesta de reforma a la ley actual de protección a los animales de CDMX como toda persona física o moral registrada ante la Agencia de Atención Animal de la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México que se encarga de proporcionar a uno o más perros, recorridos con fines de esparcimiento y que es contratado por la persona tutora de éste o éstos, a cambio de una remuneración económica (sic), me permito citar que desde el 2003 fue tema de gran intranquilidad para este espacio, sin encontrar eco legislativo. Con el tiempo y un chancecito se pudo lograr algo normativo pero insuficiente, que aparte la mayoría de las veces no interesa o siquiera se conoce, sino hasta padecer (en este particular caso) percance por haber entregado un lomito a quien no acreditó capacitación alguna; que pasó de lavar coches a ¿controlar? perros y que sólo porta como identificación un móvil desechable, además, y por lo general, haciéndose cargo de un número incontrolable de criaturas que jala a una sola mano porque con la otra va inmerso en su celular.

Tampoco preocupa si “pasean” a los perros desde una bicicleta y/o motocicleta y menos aún si reúnen grupos con ejemplares de talla chica y gigantones o jóvenes con adultos mayores; mucho menos si tales criaturas van intercambiando fluidos sin tener cubierto su calendario de medicina preventiva. Nadie da seguimiento aleatorio a esos ¿paseadores?, que muchas veces, cuando ya juntaron la clientela del día, se dirigen a zonas deshabitadas o parques cercanos a la comunidad donde prestan el servicio, para mantener amarrados los chuchos a un árbol mientras calculan el tiempo de regresarlos “cansados” a sus hogares, donde eso sí, puntualmente cobran sus nada baratos honorarios fuera del radar del SAT. No hay Contrato y como así tampoco garantías y/o responsivas cuando se les lesionan y/o escapan los canutos, más veces de las que se pueda pensar, me consta, como al igual detectar autos carcachentos y sucios donde llevan sobre explotadas hembritas en celo para ser montadas por el fino “perro de raza” que les producirá cachorritos atractivos para su venta. Incluso, mantienen en riesgo a esos animales, a los automovilistas y peatones cuando los transitan por avenidas y calles estrechas de doble sentido, curiosamente llevando siempre a uno suelto, que si se alebresta… simplemente lo someten a vil golpe o gritoneándole. En fin…

Que esto de los paseadores de perros es un oficio abundante ya en ciertas zonas de la capital mexicana y por ello de dominio mafioso, por lo tanto, regularlo en la práctica diaria será tarea titánica e improcedente a base de “lineamientos técnicos” emanados del principal escritorio de la Agencia de Atención Animal, lo que por otra parte impedirá sancionarlos o será casi imposible hacerlo; de ahí que me pregunte la razón de no haber desarrollado las principales disposiciones en la ley y ya luego detallarlas en el Reglamento, documento que lleva sin actualizarse prácticamente desde su primera edición.

En un último tema por hoy, termino lamentando profundamente que el incendio del céntrico mercado acapulqueño haya cobrado tantas víctimas entre los animales vivos a comercializar.

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