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¿¡QUÉ LES PASA!? POR MARIELENA HOYO

Por: Marielena Hoyo Bastien

El pasado 16 de junio, llevándose a cabo el procedimiento sobre su vil asesinato, el MP solicitó al médico veterinario que realizó la necropsia a SCOOBY/BENITO, determinar el valor comercial del cachorro. El especialista no pudo responder, sencillamente porque se trataba de un animalito mestizo “que carece de un valor comercial en el mercado”. ¡Sopas! Recordemos que la criatura murió agonizando por bastantes horas, después
de esa mañana del 28 de mayo en que fue infamemente arrojado a un cazo conteniendo manteca hirviendo, lo más increíble, ¡por un lío de faldas!, padeciendo a esa razón varias quemaduras de tercer grado que le condujeron a la muerte. Una de aproximadamente 20 cms en el abdomen; otra en la región dorsal cercana a los 25 cms y, una tercera en la parte interna de la patita izquierda, afectando todas piel y tejido muscular que como resultado le produjeron un paro cardio-respiratorio. Pese a tamaño sufrimiento, el tipo que se lo causó, con un claro y bien definido perfil criminal, libró por 3 años consecutivos los exámenes de dizque “control de confianza” que para ese tiempo implementaba la Secretaría de Seguridad Ciudadana a cargo de Omar García Harfuch. Al respecto, dos preguntas-reflexiones serían entonces pertinentes…

Animalidades
Animalidades

La primera: ¿cuántos elementos más con esa conducta canallesca, abusiva y prepotente trabajan para los diferentes cuerpos de seguridad en todo el país?, porque apenas este 28 de septiembre Animalidades se sumó a la indignación social por el atropellamiento de un indefenso perrito blanco, al que con la intervención de cuando menos 2 elementos policiacos le fue arrebatada la vida, pasándole por encima, una y otra vez, las llantas de la patrulla con matrícula A-0018 destinada al Municipio de Ocotlán de Morelos, Oaxaca y, hasta donde se sabe, sin consecuencia alguna para los verdugos con placa y, antier, corrió duro por los medios de comunicación y redes sociales la muerte a modo similar de PELUCHE, perrito de manto dorado que sin más escudo de defensa que su cariño a la comunidad de Acuitlapilco, el 3 de noviembre y a plena luz del día fue atropellado, mientras deambulaba pacífica y confiadamente sobre la calle 26 de Marzo. La ejecución estuvo a cargo de quien conducía la patrulla tipo pick up número 2006 del Municipio de Chimalhuacán, Estado de México, y que pese a los gritos de dolor en que dejó al pobre animal no hizo ni el intento por parar el vehículo dejando agonizante al lomito, que terminó sus días tirado sobre el pavimento. Dos perritos enloquecieron con los aullidos de su compañero, confundidos al no poder entender qué pasaba al amigo. La cuestión aquí es que para que proceda el correspondiente castigo legal a esos desgraciados, Salvador Hernández Torres, Director de Seguridad de la entidad, solicita que los tutores de PELUCHE presenten denuncia formal ante la autoridad competente, a lo que seguramente no se atreverán, partiendo de que tratándose de pueblo chico se toparían con el delincuente día a día al no hacerlo merecedor de prisión. Mientras, y dadas sus facultades, como medida disciplinaria al conductor de la unidad le inició un procedimiento administrativo. De ahí mi reconocimiento a quienes conforman la debutante asociación Peludos Desamparados, que pese a tener todo y a casi todo el mundo burocrático en contra, lograron consolidar el caso de SCOOBY/BENITO, incluso obteniendo un procedimiento ágil, aunque para mi precario en su justicia final al quedar el maldito policía-victimario, por esas argucias de ley, bajo libertad condicional. Ha de saberse que a final de cuentas la muerte del cachorro se debió a que su ejecutor desahogó su poca hombría sobre él, al no poder hacerlo contra el carnicero que andaba bajándole a la esposa. El hecho es pues, que doña ¿justicia? terminó por fincarle solamente una única multa por la cantidad de $38,902.50 M.N., montó que supuestamente será destinado al “fondo para la administración de la justicia”, donde seguramente se perderá en la nada o en la bolsa secreta de algún servidor. Y sobre ello…

Vino la segunda pregunta-reflexión en palabra de Gabriela Rosales, vocera de la organización protectora referida, quien cuestiona cómo es posible que por tratarse de un perrito criollo no se haya podido determinar un valor monetario para la “reparación del daño”, y no por el monto que fin de cuentas ni se les otorgaría, sino porque le resulta frustrante saber que por carecer de pedigree no tiene valor económico un perro victimado de forma tan violenta. Sería tan rudo como si un ser humano fuera tratado por la justicia dependiendo de su estirpe… un símil que me congeló.

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