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¿POR QUÉ YA NO ME ALCANZA? EXPLICACIÓN CON PERAS Y MANZANAS

Fuente: Karla Aparicio | Revista Personae

Hace unos días hice una pequeña compra en estos lugares que son carnicería y súper a la vez, y compré alrededor de diez cosas, no creo que más. De hecho, en una bolsa cupo todo. Me dieron el total y en verdad me sorprendí: ¡Me quedé atónita! Estaba gastando ¡Seiscientos noventa y nueve pesos! La cajera, al ver mi cara, preocupada, dijo: “¡Ay, Dios! A mí también se me hace mucho dinero por lo que lleva. Déjeme revisar, tal vez exista algún error”. Checó la cuenta en su computadora y agregó: “¡No hay error, todo está bien!”. Pero algo no estaba bien.

En la fila, detrás había una señora adulta mayor, muy mayor, tan delgada que se le asomaban los huesos por la piel. Le tocaba pagar un atún y unas galletas, y escarbaba en su monedero para ajustar con algunas monedas; creo que trabajaba en alguna empresa de limpieza, deducción que hice por el uniforme que llevaba puesto. Le dije: “Señora, con todo respeto, permítame invitarla”. Con una sonrisa hermosa me agradeció y a las dos se nos nublaron los ojos. Fue una escena muy triste, ¡porque creo que no se vale que a esa edad la señora siga trabajando para mal comer! Y no cuento esto para presumir que le invité un atún. ¿A dónde quiero llegar? A casi todos nos afectan los aumentos de precio, imaginen –particularmente– a quienes ganan el salario mínimo de 207.44 pesos diarios. ¿Qué hacen? ¿Cómo comen adecuadamente, cómo se visten y cómo se transportan al trabajo?

Llegué a casa y saqué mi diminuta compra para tomar una foto junto al ticket. La subí a Facebook y compartí mi asombro: lo poco que compré contra lo que pagué. Pregunté a mis contactos si esto solamente lo estaba viviendo yo, o si a alguien más le sucedía. Recibí muchos, pero muchos comentarios en público, pero más en privado, y todos decían estar impresionados con el alza de precios en el súper. Incluso recibí muchos consejos de cómo hacer rendir más mis pesos, lo cual agradezco. Créanme que no soy de las personas a las que les gusta quejarse por los precios, más bien lo evito.

Ante este espanto, busqué a una amiga, que es profesora de Economía, para que me explicara, «Con peras y manzanas», qué es lo que está pasando con nuestra economía.

¡Y sí! Me confirmó que los precios están por los cielos, y que esto es una situación de nuestra economía local, pero también mundial.

Me contó que hace aproximadamente dos años comenzó un incremento sostenido de los precios. Todo está subiendo. A este fenómeno se denomina «Inflación», y se está concentrando sobre todo en los alimentos.

LAS CUATRO RAZONES POR LO QUE YA NO NOS ALCANZA COMO ANTES

Añadió que las causas concretas por las que está sucediendo esto son: La pandemia, las necesidades de China, la guerra entre Ucrania y Rusia y el desajuste en los salarios.

1.- PANDEMIA

En época de pandemia bajaron bastante los precios porque, al final del día, existen la oferta y la demanda. En este tiempo de confinamiento nos quedamos en casa, íbamos lo menos posible al súper, entonces bajó la demanda y, por consecuencia, los precios también empezaron a descender. No compramos ropa ni zapatos. Pero cuando la pandemia cedió, salimos desesperados a reponer todo lo no comprado, entonces se incrementó la demanda y, como resultado, subieron los precios.

2.- CHINA

Después de la pandemia abrió la economía China y rebotó muy rápido. Al escuchar esto, claro que pensé: ‘A nosotros, como mexicanos, ¿en qué nos afecta si estamos del otro lado del mundo?’ Pero… China, así como es un gran productor, también es un gran consumidor de todo lo que se produce en el mundo. Por poner un ejemplo, si China empieza a demandar partes de automóviles para armar sus propios carros, toda la producción se va para China. Por lo tanto, empieza a haber una escasez de carros nuevos. Cuando hay escasez aumenta la demanda y aumentan los precios.

3.- GUERRA RUSIA-UCRANIA

La guerra tiene mucho que ver con nuestro súper. No nos enteramos de dónde son los bienes que consumimos, pero a Rusia y a Ucrania se les conoce como “el granero de Europa”, porque son los grandes productores de grano de trigo y de maíz. Producen alrededor del 30% del trigo a nivel mundial. Súbitamente estalló la guerra entre los dos países, y en automático se bloquearon muchas cosas, entre ellas el comercio, y esos granos no pudieron salir al mundo. Sé que te vuelves a preguntar, como yo lo hice: “¿Y a mí qué más me da si yo vivo en México y si yo compro trigo de otro lado? «Bueno, sí, pero ese trigo es el que se usa para alimentar a todo el ganado y los bienes que consumen trigo y maíz en Europa: los animales, la carne, la leche, etc. Entonces todo empieza a subir de precio en Europa.

¿Qué otra cosa pasa?

Rusia es un gran productor de gas y petróleo. Como se cerró el comercio, Europa, que es quien consume todo el petróleo de Rusia, se quedó sin este bien, así que tiene que comprar a alguien más, ¿A quién? A Estados Unidos. Por consiguiente, el precio del petróleo empezó a subir.

El petróleo es, de alguna forma, un insumo que utilizamos para producir casi TODO. Por las causas mencionadas, subió el precio del petróleo y, como consecuencia, también el precio de la gasolina y del gas, y esto afectó directamente en el precio de todo; entonces comenzó a subir la leche, que tiene que ver con las vacas que consumen trigo. Y así se empezó a hacer toda esta serie, literalmente, de eventos desafortunados, es una tormenta perfecta, y siguen los incrementos en la demanda y salimos a consumir. Por ende, hay choques en la oferta: hay menos trigo, menos maíz, hay problema con el suministro de petróleo y gasolina, todo empieza a presionar como resultado los precios al alza.

4.- SALARIO

El año pasado la inflación fue del 8% o 9%. El salario aumentó solo a los que obtienen sus ingresos dentro de la economía formal y a muy poca gente, y fue del 10%, que solo alcanzó para mantenerse “tablas”; pero este año, la inflación va por un 5%, y el salario no ha aumentado. El ingreso se ha ido deteriorando, no va subiendo a la par de lo que va la inflación. Obviamente nos va alcanzando cada vez menos.

Además, somos un país en el que el 35% de la población obtiene sus ingresos en la economía informal. Y es parte de la mala noticia de que el ingreso de los mexicanos en 6 años se ha mantenido idéntico, no ha subido. En la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG), que se realiza cada dos años, a la gente le preguntan cuánto gana y cuánto gasta. Si vemos, de lo que reportó ganar la gente en 2022 -que es el último dato que tenemos-, subió 0.2% respecto al ingreso del 2016, es decir, en seis años, el ingreso de los mexicanos se ha mantenido práctica y tristemente igual.

LA SOLUCIÓN

Mi amiga me dijo: “Mi querida Karla, ‹con peras y manzanas›, esto es justo lo que estamos viviendo. Definitivamente la subida de precios (inflación) que hemos tenido en este año y medio ha sido desmedida, y no sólo en México, es una situación mundial.”

La buena noticia es que ya estamos en un momento donde se “empieza a calmar la cosa”.

Esto es lo que se está haciendo para controlar esta grave situación:

El Banco de México, quien tiene como objetivo controlar la inflación, se preocupa de que el peso no pierda valor.

¿Cómo hace para bajar esta inflación?

La herramienta que tiene es subir las tasas de interés, para que, en lugar de irte de viaje, a comprar un coche, en lugar de gastar, metas tu dinero a CETES (bonos), y así dejas que la demanda se afloje un poco. Estas tasas de interés, actualmente, están altas. Entonces, no solo no gastas, si no que ahorras. Y si dejas de comprar un ratito, la inflación va a empezar a ceder.

REINVENTARNOS EN EL CONSUMO

Ahora importa, más que nunca, qué y a quién le compramos. Nuestra forma de consumir ayudará a nuestra economía y a decidir qué mundo vamos a tener. Debemos reconocer que la reconstrucción económica también está en nuestras manos.

COMPRA LOCAL

Podemos reactivar a los pequeños negocios locales, mercados, tianguis, tiendas de abarrotes y productores de nuestros vecindarios y, de ser posible, directo a los productores. Bajándole a las grandes marcas, supermercados y centros comerciales. Así nuestro dinero quedará en manos de otro mexicano.

Antes de comprar, recuerda que la alegría de comprar algo que se produjo localmente con esfuerzo y dedicación, o que se hizo a mano, sabiendo que ayudas a productores locales, no se comparará nunca con comprar una manzana cosechada al otro lado del mundo o una prenda de vestir hecha en un sistema de producción a gran escala.

El consumo de productos locales va a hacer posible que la economía de esa zona se desarrolle, crezca y sobre todo, lo más importante, es que la economía empiece a circular de mejor manera en nuestro entorno. Es una forma de preservar el medio ambiente y de fomentar un consumo consciente y responsable. Y no solo se desarrolla esa economía, sino todo el tejido social que la sustenta: mejores ingresos para las familias que venden y ofrecen sus productos y servicios, pagos justos, además de que estás contribuyendo al crecimiento y consolidación de un sueño de alguien.

Además, nos apoyamos entre nosotros como mexicanos, la ecuación es simple: mientras más local es un alimento, más fresco va a ser cuando llegue a tu cocina.

Es tiempo de ayudarnos. Ahora es cuando la comunidad es realmente importante. El progreso está en nuestras manos y en nuestras decisiones. Y si queremos vivir mejor de lo que estamos viviendo, tenemos que hacerlo juntos.

Con KAriño

Karla Aparicio