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El no tener acceso al agua aumenta el riesgo de adquirir enfermedades | Greenpece México

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El no tener acceso al agua aumenta el riesgo de adquirir enfermedades

Además, la falta de acceso al agua limita la higiene, lo que agudiza la propensión de algunas personas, principalmente de niñas, niños y adultos mayores, de adquirir enfermedades de otro tipo, como la COVID-19.

Antes de la pandemia, la carga de morbilidad atribuida a la falta de agua, saneamiento e higiene equivalía a 1.8 millones de defunciones y la pérdida de más de 75 millones de años de vida sana. No obstante, tras el surgimiento del nuevo virus estas muertes podrían dispararse. De acuerdo con el informe “Global progress report on WASH in health care facilities: fundamentals first”, que recientemente publicó la OMS y UNICEF, un tercio de las instalaciones de atención de la salud en el mundo no tienen lo necesario para lavarse las manos en los lugares donde se brinda atención; una de cada cuatro instalaciones no tiene servicio de agua y el 10% no tiene servicios de saneamiento. Esto significa que mil 800 millones de personas utilizan instalaciones que carecen de servicios básicos de agua.

El no tener acceso al agua aumenta el riesgo de adquirir enfermedadesEl no tener acceso al agua aumenta el riesgo de adquirir enfermedades © Greenpeace / Robert VisserCada persona necesita al día entre 20 y 50 litros de agua sin contaminantes químicos ni microbianos nocivos, para beber y para la higiene, de acuerdo con estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS); sin embargo, en todo el mundo, más de mil millones de personas no tienen acceso a agua potable, y 2 mil 600 millones carecen de saneamiento adecuado, lo que ocasiona contaminación por microbios.

El agua contaminada puede transmitir enfermedades como la diarrea, el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y la poliomielitis. Según el organismo internacional, las enfermedades infecciosas transmitidas por el agua cobran anualmente hasta 3.2 millones de vidas, lo que equivale a 6 por ciento de las defunciones totales en el mundo.

En la CDMX, una de las ciudades más pobladas del mundo, los datos demuestran que necesitamos acciones urgentes. De acuerdo con el Consejo Consultivo del Agua de la CDMX, en zonas urbanas la cobertura de agua potable es 96.4%, pero en zonas rurales la cobertura es de 69.4%. Aunque en términos generales 92.0% de la población tiene acceso al servicio público de agua potable, dicho porcentaje disminuye cuando se considera su calidad, ya que 78% del agua se utiliza para fines agropecuarios.

Además, de acuerdo con un informe publicado recientemente por el Instituto de Ecología de la UNAM, y retomado por el periódico Reforma, “los parámetros de calidad de agua del periodo 2002-2017 superan los límites máximos permisibles de acuerdo con el análisis de la información histórica oficial, para coliformes fecales, aluminio, nitrógeno amoniacal, fierro y manganeso”.

Tomar acción

La OMS asegura que las inversiones en abastecimiento de agua potable y saneamiento guardan una estrecha correspondencia con el mejoramiento de la salud humana y la productividad económica.

Por ello, en la CDMX un grupo de 30 organizaciones civiles y redes diversas (ambientales, urbano- populares, de juventudes y de derechos humanos) –entre las que participa Greenpeace– propuso al gobierno local y la ciudadanía construir un Programa y un Plan General de Manejo Socioambiental de Cuenca.

Escasez de agua potableEscasez de agua potable © Jörg Müller / GreenpeaceLa principal propuesta de este plan son los procesos de participación activa de la ciudadanía y las dependencias, así como garantizar su continuidad a pesar de los cambios de gobierno.

De acuerdo con los grupos que impulsan esta propuesta, un manejo del agua con visión de cuenca en la ciudad disminuiría nuestro impacto en emisión de los gases que aceleran el aumento de la temperatura. También se conseguiría reducir los daños a la población si el plan cuenta con un enfoque de justicia, de equidad de género y de derechos humanos.

Los ejes estratégicos de este colectivo son:

  1. Educación socioambiental permanente con perspectiva crítica situada en cada cuenca y vinculada al entendimiento profundo del sistema hídrico, climático, social y político en el que vivimos.
  2. Cosecha y gestión de la lluvia, promoviendo el abastecimiento de agua en viviendas en zonas de mayor precariedad hídrica, y la retención local del agua, la infiltración y recarga de acuíferos en el espacio urbano.
  3. Conservación y protección de suelos de infiltración, así como inyección al acuífero en áreas adecuadas.
  4. Disminución en el consumo y ahorro de agua (vivienda e industria).
  5. Reúso y tratamiento de agua (sistema descentralizado y distribuido, descarga cero a nivel metropolitano, normatividad de plantas de tratamiento y descargas privadas).
  6. Reparación de la red de abastecimiento de agua y de drenaje.
  7. Regeneración y conservación de ecosistemas (bosque de agua, cañadas, barrancas, manantiales, humedales, ríos urbanos y cuerpos de agua entre otros).
  8. Participación ciudadana y comunitaria significativa en el ordenamiento territorial y planes hídricos desde el inicio del proceso para garantizar la seguridad hídrica.
  9. Gestión de riesgos hídricos y climáticos con indicadores y monitoreo de avance progresivo en la Ciudad y todas las alcaldías.
  10. Definición de microcuencas de atención prioritaria conforme a criterios de justicia social, derechos humanos y vulnerabilidad socioambiental.

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