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LÍMITES EN LOS HIJOS | POR ZULEYKA FRANCO

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LÍMITES EN LOS HIJOS

Por Zuleyka Franco

La ausencia de límites en el seno familiar puede tener consecuencias nefastas para la educación de los hijos.

¿Por qué es bueno decir que no?

Es fundamental que los niños aprendan hasta donde pueden llegar en la relación con sus padres. En el desarrollo de su personalidad, los pequeños ensayan y comprueban estos límites y ponen a prueba a los adultos en numerosas ocasiones.

La ausencia de límites y normas en la familia puede traer consecuencias negativas para la educación de los niños.

El miedo de los padres a poner límites

La manera de aplicar los límites a los niños dependerá del estilo parental que se utilice en la educación de los hijos. Emplear ciertos límites puede instaurar dudas sobre la ideología que tienen los padres y crearles un conflicto.

Muchas veces se mal entiende la idea de que aplicar límites va ligado a una crianza autoritaria, lo que conlleva un mal desarrollo del niño. Debido a esto, la preocupación de muchos padres es la de no ser demasiado estrictos para no traumatizar al pequeño, es decir ser negligentes en la educación de los hijos.

Algo que no ocurre cuando los padres ponen normas para delimitar algunos comportamientos del pequeño por su bien. Para muchos padres es difícil decir que no y mantenerse firmes con los hijos, pero es necesario hacerlo para la educación del niño. Las normas y límites se deben entender como una muestra de cariño hacia los pequeños. Al hacerlo, el niño aprende cuáles son sus derechos, desarrolla el sentido de la protección y el cuidado.

Además, los padres a través de los límites hacen saber al hijo lo que se espera de él, lo que hace que este desarrolle su autocontrol y convivencia familiar. Simultáneamente al hecho de saber decir no y mantenerse firmes en las decisiones, los padres deben contar también con paciencia y constancia.

Cómo aplicar los límites

No hay una fórmula mágica ni estandarizada de cómo hacerlo. Cada situación será encarada desde los recursos emocionales y las expectativas que tiene puestas el adulto en el niño, teniendo en cuenta su estadio del desarrollo en el que se encuentre el pequeño y las características propias del niño.

Cuando se incorporan las normas en la educación de los hijos a de hacerse de una manera consciente. Los límites han de ser razonables y respetuosos con la integridad del niño.

Las normas y los límites que se van a utilizar deben ser claros para el adulto ya que él será el encargado de transmitírselas a los niños de una manera comprensible para que las entiendan.
Transmitir las normas y los límites de manera positiva, ya que de esta manera es más fácil para el niño entender mejor las cosas que puede hacer y no las que no puede hacer.

También es importante que el niño entienda que las normas se respetan porque tienen sentido para él y no porque las dice el adulto. Decir no con sentido. Si el niño siente que se hace de una manera arbitraria se generará en él un sentimiento de rabia y frustración.

Por otro lado, son importantes las consecuencias que provienen de las normas. Estas hacen que el niño se autorregule. Por ello, deben de ser coherentes para que el niño respete la regla. Es decir, que la consecuencia no sea exagerada y que su cumplimiento sea real.

Cuando el niño cumpla la norma es vital el refuerzo positivo para que sienta que vale la pena esforzarse para autorregularse.

Las consecuencias permiten que el niño se autorregule. Estas deben de ser coherentes para que el niño respete la regla al saber que experimentara algo que no le agrade.

Los padres tienen que aprender a tolerar a veces algún llanto o que el niño diga que no quiere hacer algo, pero cuando las cosas son buenas para él, los padres deben de mantenerse firmes ya que eso es muy importante para la educación del niño. De esta forma, el niño sabe y se da cuenta que los padres están haciendo eso por su bien, por eso nunca va a estar traumatizado. Cuando los padres prohíben al niño bajar al parque porque tiene que hacer los deberes, el niño se enfadará pero en el fondo sabe y entiende que es por su bien.

Un claro ejemplo de que los niños terminan aceptando y entendiendo las decisiones de sus progenitores está en las relaciones sociales de los niños. Si no le dejan, por ejemplo, ir a una fiesta, el niño cuando hable con sus amigos dirá que tampoco le importa no poder ir porque no le gusta demasiado. Esto quiere decir que los niños adoptan el criterio de los padres.

El miedo de los padres a traumatizar a los niños

Una de las principales preocupaciones de los padres es la de no ser demasiado estrictos para no traumatizar al niño. Y esto no es así, ya que los niños sólo se traumatizan cuando alguien les hace daño de verdad, ya sea físico o psicológico. Pero cuando los padres le imponen un castigo educativo, limitan su conducta o le prohíben ciertas cosas por su bien, jamás se traumatizará un niño.

Cuando los niños empiezan a entrar en la adolescencia, a menudo comienzan a rebelarse con más fuerza contra los límites y es difícil hacer que los niños escuchen, porque ellos no piensan que los necesitan y no entienden sus motivaciones.

No es una tarea fácil, ya que algunos padres confían demasiado en sus hijos y otros son excesivamente rígidos en sus normas; lo que está claro es que sin tocar un extremo u otro, hay que saber establecer un límite de manera eficaz.

Conoce qué límites debes de establecer a tus hijos, y la forma adecuada en qué debes de actuar

  • Decide dónde está el límite. Es importante decidir dónde está el punto donde las cosas se vuelven inseguras, para poder ajustar el límite de reacción, hecho que se vuelve más difícil a medida que el niño entra en la adolescencia, pero la actitud de los padres tiene que actuar para mantener a sus hijos a salvo.
  • Aporta seguridad a tus hijos. También es importante saber que los límites que los padres establecen, les dan seguridad a los niños, incluso si éstos se rebelan en contra de ellos, porque los límites son la estructura, y ésta mantiene segura a la familia segura; por ello es fundamental que los padres impongan con firmeza unos límites a sus hijos, para que aprendan a respetarlos.
  • Enseña a tus hijos la diferencia entre el bien y el mal. Los niños no saben distinguir el bien del mal con claridad, y si pasan etapas de estrés cuando están asustados, frustrados o enfadados, su sentido del bien y del mal se confunde; por ello el trabajo de los padres, es mantenerlos enfocados en lo que es correcto y pueden hacer y lo que está mal y no pueden hacer.

Cuando los niños se hacen más mayores, la urgencia de poner a prueba los límites y salirse con la suya se hace más intensa, al igual que su capacidad de desafío, por lo que es importante tratar de “negociar” con él, que cumpla las normas, pero también saber escucharle, y en mucha ocasiones será necesario buscar un término medio, es decir buscar un mecanismo para probar sus límites sin ser desafiante.

Por último, hay que tener en cuenta que los niños no quieren que les compremos y les demos todo. Lo que de verdad quieren los niños es que estemos pendientes de ellos y que cuando hay una cosa que no deben de hacer, que nosotros no se la dejemos hacer, porque a veces ellos no tienen fuerza de voluntad y se dejan llevar por sus amigos por miedo a enfrentarse a ellos.

Recuerda que nadie nos enseña a ser padres y es evidente que como padres nos cuesta decir que no, pero es necesario y tenemos que darnos cuenta que dándoles todo no les hacemos ningún favor