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LA TRISTEZA DE YA NO CREER EN NADA NI NADIE | MARIELENA HOYO

Por: MARIELENA HOYO BASTIEN

Realmente no se puede entender más que como una muy atinada medida de congruencia y civilidad la reciente y terminante prohibición para llevar a cabo la práctica conocida como “buceo en jaula”, para dizque observar y tener cercanía protegida con el gran tiburón blanco ocupante del área natural protegida de Isla Guadalupe y su zona marina circundante, básica para su subsistencia. Y es la humanidad, ya sea de forma activa o pasiva, hemos estado dando cuenta maligna sobre todo escualo, con eso de que son comehombres, pero cuya matanza (para una inútil pesca o para dejarlos moribundos al cortarles las aletas aunque no esté permitido) arroja una pérdida de +- ¡100 millones de tiburones por año!, lo que es verdaderamente un híper estúpido abuso, máxime por cuanto sobre algunas de estas criaturas ni siquiera conocemos sus hábitos, por ejemplo reproductivos, a pesar de ser especies con milenaria y per-fec-ta existencia en todos los océanos del Planeta. Siendo así, enhorabuena a quienes propusieron la disposición y a quienes la hicieron efectiva, pese a la buena cantidad de U.S. dólares que dejaba esa industria a los diversos operadores turísticos. Ahora, quedará en las autoridades competentes montar estricta vigilancia para evitar infracciones. Llegó tarde la justicia para los jaquetones que fueron lesionados y/o muertos 
a causa de tal divertimento, peeeero, ¡llegó! 

Los restos de Proteo
Los restos de Proteo

Como asimismo deberá llegar para los toros vilmente torturados y asesinados por supuestos “matadores” y achichincles que los acompañan, más antes de llegar a este punto, permítaseme citar algo más sobre el perrito militar PROTEO, aun a sabiendas de que serán líneas tiradas al aire pero me siento obligada a ello tras la inquietud que me permanece a raíz de las especulaciones que desde el pasado jueves comenzaron a circular en las redes sociales, donde se dio por hecho que en esa caja cubierta con la bandera de México no venía su cuerpecito y, que la ceremonia para rendirle tributo… un sentido y último homenaje fúnebre… sólo había sido una pantomima del Ejército para complacernos a los sentimentales civiles y tener un punto a favor dado el amor que había despertado este rescatista canino al servicio de las Fuerzas Armadas. De hecho, y sin dar oportunidad a organizar el tiempo o incluso hasta para llegar al sitio, desde el Twitter de la Secretaría de la Defensa Nacional se extendió una invitación abierta para quien quisiera asistir al evento, pero, al llevarse a cabo a las 12:30 horas de un día laboral y luego hasta la pista de aterrizaje de la Base Aérea Militar No. 1, Santa Lucía, Estado de México, la posibilidad se esfumó más no así las teorías y reclamos sobre su muerte y entierro en la misma Turquía, desde donde supuestamente se informó esto último. La ceremonia, no voy a negarlo, me conmovió hasta las lágrimas, especialmente cuando sus compañeros caninos y humanos lo despidieron a ladridos y con marcialidad. Ojalá que el General-Secretario Luis Cresencio Sandoval se decida por acallar rumores transparentando la necropsia de PROTEO y demostrando también, fehacientemente, que sí llegó su cuerpo a nuestro país.

Por lo que toca al tema taurómaco, particularmente en la capital mexicana, creo que con el larguísimo tiempo que CDMX ha pasado sin el “espectáculo” a partir de la pandemia y luego a causa del exitoso Amparo que tiene impedida a la Plaza México para desarrollar “espectáculos taurinos”, ya no resulta válido aquello de defender la ¿fiesta? ni como tradición y cultura, ni tampoco por la supuesta afectación económica si se erradicara, pues a un par y poco más de años sin esa entrada seguramente de algo estarán viviendo los humildes vendedores, acomodadores y demás que vivían de ello y que incluso podrán seguir explotando sus espacios callejeros durante los conciertos que se han organizado en el lugar, esos sí abarrotando las aproximadamente 42 mil butacas y como así, produciendo mayores ganancias incluso al Gobierno. Ahora bien, por lo tocante al supuesto interés por mantener vigente la raza de “lidia”, que toque a esos viciados y adinerados empresarios mantener vivitos y coleando a los animales en sus ganaderías, ya que perderlos no implicará nada, fuera de evitar su tortura y muerte al fallecer el último ejemplar. Desapareció el Uro ¿y?…Lee también

Ahí tiene el Congreso local una iniciativa ciudadana más que rebasada en firmas, reconocidas una a una, le da autoridad para representar a quienes no deseamos seguir viendo esta infamia en nuestro terruño. Una pequeña insinuación de doña Claudia Sheinbaum… y ¡paf!, la tauromaquia será historia.

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