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LA RESPONSABILIDAD ES COMPARTIDA | POR MARIELENA HOYO

Pertenezco a la segunda generación mexicana de activistas contra la tauromaquia. Me consta el sufrir de quienes iniciaron el camino, y soy sobreviviente de la sarta de agresiones físicas, descalificaciones y hasta insultos que padecimos quienes le seguimos. Ahora, me congratula que esta tercera generación esté combatiendo tan inútil como primitiva
salvajada de manera profesional, a grado de que con ley en mano, haber puesto de rodillas a los empresarios de la Plaza México, el abusivo e ilegal matadero más grande del mundo, tras de que se emitiera una suspensión
para que en ese coso no se celebren eventos taurinos. Siendo así, antier “LA MÉXICO” hizo de conocimiento a su cada vez más mermada afición, que pese a todos los recursos legales que interpusieron no pudieron
levantar la medida, quedando de esa forma definitivamente inactivada la “Temporada Grande 2022-2023” en cumplimiento de la resolución
dictada, que ha sido, sí, ¡olé!, una grata responsabilidad compartida…

Toros
Toros

Como igual también tendrá que ser, ante los antecedentes, razones y consecuencias de dos casos que seguidamente comentaré y que sobrevinieron, uno tras el otro, durante los ocho días que pasaron para este nuevo encuentro lector. Primero, vino a cuento que seguramente tras lo que se conoce como “pitazo”, saliendito del área de aduanas del Aeropuerto internacional Benito Juárez-CDMX fue robado un camión cuyo valioso cargamento eran trasportadoras en las que venían contenidos, al parecer de dos en dos, ¡200 cachorritos! de las razas perrunas más socorridas en México, importados legalmente desde Colombia. Su valor comercial fue estimado en dos millones de pesos, razón por la que seguramente de inmediato se movilizaron empresa y policía hasta dar pronto con el transporte, procediendo al aseguramiento de las criaturitas y a la detención de uno de los presuntos ladrones, pero, aunque con final ¿feliz?, este asunto realmente va más allá resultando hasta terrorífico y no sólo por tratarse de un hurto de vidas muy jóvenes, sino porque seguramente estas importaciones son práctica común y continua, asunto al que si le sumamos la incontrolable reproducción y comercialización nacional de perritos con pedigree y sin esa certificación resulta catastrófico, no omitiendo incluir a todos aquellos que nacen improvisadamente, dejando de esa forma totalmente inutilizado y desarmado el enorme esfuerzo e inversión que desde el sector de la protección y también del público se realiza con las campañas de esterilización, dado lo cual, es tiempo de que gobierno y ciudadanía actuemos con responsabilidad compartida exigiendo a los gobiernos de nuestro México por entero, que suspendan temporalmente esas importaciones y la reproducción y comercialización de perros a nivel nacional, incluyendo en ello las numerosísimas reproducciones de canes al servicio de las fuerzas armadas, hasta lograr controlar éticamente y en su totalidad las poblaciones de chuchos en condición de calle y/o abandono, que también se da con aquellos “de raza” cuando ya no son el juguetito preferido y van por el que sigue. De alterarse la canofilia alegando la necesidad de conservar las razas, implementando requisitos muy exigentes para lo correspondiente e implementando aquél impuesto equivalente al tamaño del daño que la sobrepoblación canina causa, a saber, considerada por el sector sanitario como un “problema de salud pública”. No hay de otra.Lee también

El otro caso fue la indignación y cientos de reclamos que provocó un video subido a redes documentando la muerte y agonía de innumerables peces en el lago artificial de la Segunda Sección de Chapultepec-CDMX, fenómeno que no es atípico como se dijo por ahí, sino histórico desde que recuerdo y siempre achacado a falta de oxigenación, lo que termina por ser un hecho real y contundente. Por el lado que le compete a la administración del parque es obvia la desatención a la sobrepoblación de carpa y tilapia (especies que rigurosamente no deberían poblar ese humedal citadino), las omisiones en la limpieza del sitio, en su vigilancia y en el cuidado de la nivelación de agua que, estancada y sin recibir un intercambio adecuado, no es un buen hábitat para ningún pez. Por el otro lado, está la romántica costumbre ciudadana de alimentar a los patos y peces del lugar con migas de pan y otros desperdicios, lo que aunado a las deyecciones de esos animales provoca un incremento descontrolado de nutrientes, dando lugar a lo que se conoce como eutrofización, perdiéndose por ello la calidad del agua y como así generándose condiciones anóxicas, lo que puede y debe evitarse si ambos bandos hacemos lo que a cada uno toca. Que conste y también, bajo responsabilidad compartida.

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