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JORGE OBREGÓN Y SUS VOLCANES

Fuente: Rosaura Cervantes | Revista Personae

Los amaneceres tenían un significado especial para nuestros ancestros, era el triunfo de los dioses del día contra los de la noche; eran tan observadores que durante el solsticio de invierno, se dieron cuenta que el sol salía de la punta del Popocatépetl y 73 días después, el sol emerge del vientre del Iztaccíhuatl que significaba la fertilidad, y para el solsticio de verano, aparece desde el Monte Tláloc, el dios de la lluvia…

Hoy la magia de los pinceles del Maestro Jorge Obregón nos lleva por el camino de los volcanes de México y Japón, así como otros relieves espectaculares que conforman el planeta, combinados con acontecimientos astronómicos, de agronomía e históricos…

La pintura la trae en los genes, su bisabuela Luz Osorio, una mujer del siglo XIX, pintaba, pero en esa época se les prohibía firmar solo por el hecho de ser mujeres, así que sus obras quedaron como ‘anónimas’; su abuela, Josefina, por los años 30-40 tomó clases particulares con Germán Gedovius, y posteriormente la empresa familiar confirmó su deseo hacia las artes plásticas: negocio de marcos, la fábrica de pinturas Rodin, hasta llegar a Casa Garies, materiales para artistas.   

Cuando menciona la Casa Garies, da añoranza, nos lleva a la etapa de la escuela -Colegio Westminster-, misma que compartimos durante muchos años -desde primaria hasta la preparatoria-.

–¡Garies nos salvaba en cumplir con los materiales para la clase de Dibujo Técnico! (Risas)

–Recuerda que era la única tienda abierta en Perisur los domingos.

Aparecen nombres de profesores como Vicente Rivera, Lemus, Ramón Jiménez, Lorena, así también compañeros como Julie Velasco, Marco Valencia, Julián Damy…

Continúa: “En esa época apoyaba en la tienda y otras veces con las entregas a domicilio, entonces llevaba el material a diversos estudios y me quedaba maravillado de ver lo que estaban pintando, y así me tocó conocer a muchos pintores: Julia López, Nicolás Moreno, a Luis Nishizawa, a Manuel Felguérez, Raúl Anguiano y tantos más”.

La influencia de Nishizawa

Jorge Obregón ingresa a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México en noviembre de 1990.

-Durante la carrera, ¿Cuál consideras que fue tu catarsis?

-Cuando yo llego a la ENAP, veía al horizonte y veía los volcanes, no había nada de construcciones, se veía la milpa, las vacas, y cuando no había maestro para dar la clase, yo me salía al campo a pintar. Cuando traía carro me iba hasta Milpa Alta (alcaldía en las orillas de la Ciudad de México donde aún se realizan actividades agrícolas), tomaba fotos en rollos de 35mm y las imprimía. En cierta ocasión, el maestro Nishizawa ve mi cuadro y me pregunta de dónde lo había sacado, le muestro la foto y su respuesta “–¿Usted la tomó? La foto está muy bien, pero no pinte de la foto, píntelo en vivo”.

“En ese momento pasó por mi cabeza primero ‘¿Cómo se hace eso?’. Después pensé ‘es más cómodo’. Y me compartió la siguiente reflexión: “La fotografía nada más es un momento, es una fracción de segundo, para pintar paisaje, el paisaje tiene que sentirlo, sentir la temperatura, sentir la atmósfera, el cambio de la luz para que usted pueda plasmar realmente lo que está viviendo y lo que está sintiendo. Y con la foto no lo está haciendo”, fue una bonita forma, hasta filosófica se podría decir, ‘de llevarme’ de un motivo que estoy pintando a pintarlo de otra forma”.

Así en la carrera, el maestro Nishizawa lo invita a diversas actividades artísticas, realiza con él su servicio social con el objetivo de compartir conocimientos con los nuevos estudiantes, a la par se une a los talleres que impartía en Matamoros y Guanajuato, “ahí llegaban grandes maestros de diferentes estados, ahí conocí a José Chávez Morado, Olga Acosta que fueron maestros del maestro Nishizawa. Entonces empecé a conocer a un mundo de artistas de toda la república que llegaban a Guanajuato becados por las secretarías de cultura de sus estados y veía la interacción que se daba entre ellos y ahí aprendí mucho”.

“Al terminar el taller, le comento al Maestro Nishizawa que debo hacer una tesis para titularme y su respuesta fue muy clara: “Debe hacer algo nuevo que no se haya hecho y tiene que aportar algo nuevo a la Universidad que tenga un valor histórico, estético y plástico para las futuras generaciones”, así surgió la propuesta de hacer “Volcanes de México, una experiencia al aire libre”.

Con cada palabra se percibe cómo tiene a flor de piel la emoción que le causa recordar aquellos instantes: “Quiero hacer un viaje por todo el eje volcánico mexicano de Veracruz a Nayarit, subir todos los volcanes y pintarlos desde arriba, desde abajo y hacer todo un estudio y análisis de cómo se ha manejado el espacio del paisaje a través de la historia, de sus orígenes en China, la llegada a Europa como un tema central con los impresionistas, cómo llega con los artistas viajeros a América y en México cómo se adapta el género de Paisaje en la Academia de San Carlos con (Eugenio) Landesio, las escuelas al aire libre”…

El prólogo de la tesis lo realizó el Maestro Aureliano Sánchez, de quien retomo un par de líneas: “Es extraño que siendo tan joven Jorge Obregón, pertenece a un género de pintores casi extintos; como “El Pintor Viajero”, como Mauricio Regendas o el “Pintor Caminante”, como el Dr. Atl, encuentran continuidad en estas obras”.

El trabajo de tesis le llevó dos años, además de la aportación histórica-teórica, hizo un libro a color y descubrió el mundo editorial, desde la formación pasando por todo el proceso hasta llegar a la impresión, un libro cosido a mano, pasta dura con su sello y por la época complicado de hacer… Todo tuvo su recompensa: obtuvo el grado de Licenciado en Artes Visuales (1990-1994), donde fue distinguido con la Medalla “Gabino Barreda” al Mérito Universitario, además de obtener Mención Honorífica por su tesis “Volcanes de México, una experiencia al aire libre”.

El gran aprendizaje que me deja el Maestro Nishizawa es <Aprender y valorar salir al campo a pintar>.

Después de titulado, la primera beca que obtuvo fue por parte de la UNESCO para pintar la luz en el Pirineo Catalán en verano, otoño e invierno. “Era un pueblo de 25 habitantes, puros pastores con sus borregos, pero ahí la UNESCO hizo un centro de artes, toma estas casas antiguas de piedra para convertirlas en talleres para música, literatura, artes escénicas”.

Esta obra la expuso en un pub irlandés en Barcelona, enmarcó cada cuadro con un carpintero, “…todo súper rústico, y para la inauguración llegó la encargada de Cultura de Finlandia que dijo: “Me encantó tu proyecto, me encantó que vinieras desde México a pintar esto, ¿Por qué no me propones algo para mi país?”. Tardé todo 1 año en hacer el proyecto e investigar todo, porque en aquel momento no había internet”.

-¿Cuál fue el tema?

-Pintar el Sol de Medianoche en Finlandia

-¡Wow!

-Me fui todo el mes de julio de 1999. Ella me consiguió un apoyo con un mecenas, una coleccionista finlandesa, dueña de hoteles muy importantes y me llevaron a un pueblo en el Círculo Polar Ártico. Esta persona tiene una cadena de hoteles para esquiar en invierno, que en verano hay poco turismo, me ofrecieron una cabaña todo pagado con los alimentos a cambio de donar obra… Después expuse en México, en la galería Lourdes Chumacero en la Zona Rosa, la cual llamé Luz de Plata, Sol de Medianoche.

A la par de otros proyectos, realizó residencia en Vermont, Estados Unidos, “tomo cursos con maestros de paisaje americanos, para actualizarme y permear qué están haciendo los artistas afines a lo que yo hago de paisaje al aire libre que allá se da mucho esto de Plein Air, para lo cual hay toda una escuela y toda una tradición que viene del siglo XIX en la escuela The Hudson River School que fueron de estos artistas ingleses, alemanes, irlandeses que llegaron a colonizar y que traían esa tradición de paisaje de Europa y esa tradición sigue cultivándose”.

-Japón es un capítulo aparte. Hace tres semanas expusiste “Expresión de Silencio” en la galería Vivant en Kamakura y galería Oasis en Koriyama, con mucho éxito… ¿Cómo se da el acercamiento?

Mi primer contacto fue en el año 1992, aún como estudiante de la ENAP. Por intercambio llega un artista japonés Yuji Kozasa quien se hospeda a cuadra y media de mi casa, no hablaba español y el inglés muy poco, de las cosas que vino al país fue a enseñar las técnicas japonesas y el aprender lo mexicano. El destino… y se hace una gran amistad. Al año siguiente me invita a conocer su país, me fui de mochilero, con una backpack, y en ese viaje logré subir al volcán Fuji. ¡Es una maravilla! Subes en verano, vas entre peregrinos budistas, sintoístas van haciendo todas sus rutas de peregrinación porque es un lugar sagrado.

Durante la conversación Jorge nos lleva paso a paso, tal cual él lo vivió, de cómo fue comprendiendo su religión politeísta que adoraban a una montaña, a un árbol como un Dios y ahí empiezo a relacionarlo con nuestra civilización, nuestra cultura. “Llego a la cima del volcán Fuji me pongo a pintar unos apuntes, a sentir la montaña y en ese momento dije: ¡Yo tengo que pintar los volcanes de México! Y con ello todo el eje volcánico”.

“Me fui de mochilero con poquitos recursos y una acuarela bajo el brazo, por si la podía vender. Para mi fortuna, el 15 de septiembre, en la fiesta de la Independencia de México, voy a la Embajada con mi pasaporte y conocí al tercer secretario, Armando Arriaga, un hombre que le gusta mucho el arte y la cultura, me pregunta cuáles eran mis planes, y le comento que quería subir al Fuji pero que no tenía recursos más que una acuarela, la ve, la compra y con ese dinero me compro las botas y pago el tren para ir al Fuji”.

A  Armando lo vuelvo a ver dos décadas después, vino a México y me busca, platicamos, y me comparte que es el encargado de la celebración por los 400 años de relaciones bilaterales México-Japón, y la propuesta es realizar un homenaje a un artista Katsushika Hokusai, que pintó Treinta y seis vistas del monte Fuji, y me ayuda a conseguir mapas topográficos de toda la zona con base a las imágenes el artista, junto con una exposición del Popocatépetl y del Iztaccíhuatl, volcanes de México para redondear el proyecto… Fue un proyecto muy bonito que se llamó “México y Japón, territorios de fuego”, al final son las dos religiones más antiguas con volcanes”. Le obsequio una escultura del Fuji en plata a la Embajada y se me empiezan a abrir las puertas”.

-Mencionas que el embajador valoró y reconoció tu labor, el que hayas realizado la obra in situ…

-Para esto, tuve que rentar un mes un coche, hacer la logística, manejar del lado derecho, con mapas, aprendiendo japones, un mes para pintar el volcán. A partir de esto, Armando Arriaga siendo ministro, me propone donar un cuadro enorme para la embajada -que está en la entrada de la misma-.

Posteriormente, empresarios japoneses lo invitan a hacer un homenaje al doctor Hideyo Noguchi -descubridor de la vacuna de la fiebre amarilla hace 100 años-, “y me invitan a conocer Fukushima, la tierra donde vivió, el Monte Bandai”.

La siguiente exposición será en Tokio el próximo año, con obra en gran formato, “me gusta mucho la cultura y técnicas japonesas, los papeles hechos a mano; tengo mi técnica occidental que es el óleo, la acuarela y de la mano también la tinta japonesa.

La siguiente exposición importante que voy a participar de manera colectiva será en el Museo Kaluz, el 13 de julio, el director es Miguel Fernández Félix, que viene de Bellas Artes, el dueño es Antonio del Valle, de origen español y tiene una gran colección, cuyo eje principal es el exilio español que dejó gran escuela en México, y también gran parte de la obra es el paisaje mexicano, y tienen 10 obras mías dentro de la colección del museo.

El maestro Jorge Obregón tiene una beca por parte del FONCA, por el proyecto “La Luz en el calendario agrícola”, “que tiene que ver con nuestros antepasados agricultores -mexicas, teotihuacanos-, median el paso del tiempo a partir del movimiento del Sol en el horizonte. Esto significa que en los amaneceres tenían calculado dónde iba a salir el Sol durante todo el año; hacían alineaciones astronómicas, por ejemplo, si la salida del sol era en punta del Popo, iban y ponían una piedra tallada a manera de hacer un micro universo, tallando pequeños molcajetes para ofrendar y hacer la petición por lluvia, por una buena cosecha o para agradecer la cosecha.

Entonces mi proyecto 2020 al 23, es tomar cursos con arqueastrónomos y arqueólogos, historiadores y cronistas de los pueblos alrededor de la cuenca de México, para ir a estos sitios que todavía existen, acudir con los campesinos y me transmitan ese conocimiento ancestral, que me digan dónde se localizan estos lugares, que me digan las fechas que ellos tienen calendarizados, para yo ir a vivir la experiencia en vivo y pintar en vivo este fenómeno astronómico.

Para finalizar, me muestra diversos cuadros de los volcanes, el sol saliendo desde distintos puntos y me explica la importancia de las piedras talladas, la ubicación de las mismas, cómo lo simbolizaban con molcajetes tallados y las escaleras como ascensos a cada sitio sagrado que son los volcanes…  “Lo que estoy haciendo es rescatar estos sitios, hay que ir en la fecha adecuada, así pude apreciar que el 21 de diciembre sale el sol desde la punta del Popo y va a salir durante cuatro días desde el mismo lugar para que el 25 renazca y empiece a bajar por la ladera. Las festividades que tenemos en México tienen que ver con las tradiciones agrícolas, 73 días después, sale del vientre del Iztaccíhuatl (nacimiento de la fertilidad), y para el 21 de junio, con el solsticio de verano, punto más al norte, el sol sale del Monte Tláloc donde se venera al dios de la lluvia.