Menu

HERENCIAS TRANSGENERACIONALES

Por: Zuleyka Franco

@ZuleykaFranco

Árboles Generacionales

Qué es Árbol Genealógico? » Su Definición y Significado [2021]

Los árboles genealógicos son herramientas de oro para descubrir puntos obscuros que se reiteran a través de los años; ¿por qué remover los enigmas del pasado, para qué averiguar?

Porque conocer nos devuelve autonomía, saber nos permite sujetar con nuestras manos las riendas de la vida; y porque quien sabe, ya no ignora.  Las personas tenemos rasgos de uno y otro progenitor, además de esas “marcas” visibles como los ojos, la sonrisa etc., traemos una herencia psicológica.

¿Qué es la Psicología Transgeneracional?

La psicología transgeneracional, estudia el inconsciente de un clan, de una familia en sentido extenso: llega hasta los ancestros que no conocimos y sin embargo, están presentes en nuestra vida, porque el inconsciente transgeneracional se transmite de una generación a otra y guarda lo in-nombrable que cada linaje tiene encerrado bajo siete llaves.

El árbol genealógico contiene –como un holograma todo lo que somos, sentimos, padecemos, elegimos, enfermamos, decidimos y celebramos.

Transgeneracional: es todo aquello relacionado con las memorias. El denominador común es ¿qué vamos a esconder en el clan? El objetivo del análisis transgeneracional es poder poner en nuestra consciencia la historia de la familia, comprenderla y poder comprender el rol, al que estamos (inconscientemente) invitados a jugar a lo largo de nuestra vida. De esta forma estamos invitados a resolver situaciones que han sido excluidas de la conciencia familiar.

Al analizar el Transgeneracional, tomamos en cuenta y evaluamos el modo en que cada persona reacciona frente a los sucesos que le toca vivir en su entorno familiar, laboral, social, ya sean próximos o lejanos, sirva el ejemplo, de cómo la persona pone resistencia, frente a la presencia de un “Secreto familiar”.

El Transgeneracional es la información que el inconsciente biológico guarda y que el clan familiar transmite de generación en generación para que un conflicto se pueda resolver en generaciones posteriores.

Este concepto fue creado por Anne Schützenberger, psicoanalista, y abogada pionera en Francia de este enfoque para la Biodescodificación, es cofundadora de la Asociación Internacional de Psicoterapia de Grupo y, desde 1967, profesora emérita de la Universidad de Niza. Entre sus obras destacan ¡Ay, mis ancestros! (1988), Salir del duelo (2005) y La voluntad de vivir (2009).  Ha sido el Dr. Salomón Sellam, médico francés y ensayista que ha publicado en el campo de la psico, el que ha aportado toda una serie de técnicas, las cuales están ayudando a este tipo de análisis, en los lazos familiares, en la transmisión transgeneracional.

Descubrir nuestras herencias, nos ayudará a descubrir cuáles de nuestros genes se encuentran más latentes en nuestra personalidad, pudiera ser de nuestros antepasados, bisabuelos, abuelos y no necesariamente de nuestros padres; sin embargo, cuando analizamos nuestro árbol genealógico, podemos descubrir más allá de rasgos físicos, desde patrones de conducta, hasta sucesos repetitivos transgeneracionales.

Nuestro objetivo es, tratar de encontrar similitudes y diferentes rasgos, que nos ayuden a mejorar actitudes y personalidad, contribuir a una buena salud mental y el beneficio propio de encontrar respuestas a preguntas sin respuestas, en conclusión, “Sanar” las raíces de nuestro Árbol Genealógico para vivir mejor, más livianos y hacer más libre la vida de las siguientes generaciones; ser un medio para que, llegado su tiempo interno de tomar conciencia, encontremos herramientas para producir la muda de piel, la renovación, la metamorfosis, el corte. Interrumpir el patrón de antaño que se sigue reproduciendo, escribir nuestro propio guión, cambiar de película, renacer, traernos al mundo nuevamente como lo hiso Frida Kahlo en su pintura Mi Nacimiento, pintora mexicana que fue autora de unas 200 obras, principalmente autorretratos.

Cuando se toma conciencia de que una vocación que se cree personal no es propia, sino que corresponde a un bisabuelo, se reencausa el deseo; cuando se advierte que el dolor de las vértebras sacras no es propio  pero se sufre por lealtad al padecimiento de un miembro del clan, el sufrimiento y la invalidez cobran un sentido y alivian la carga; cuando no se puede tener hijos porque se sigue el patrón del linaje transmitido por generaciones dando un mensaje siniestro como: “dar a luz equivale a morir en el parto”, se ilumina una zona que era desconocida y la concepción recién puede ser posible.

El análisis siempre arroja datos sorprendentes, porque siempre lo supimos pero no lo habíamos podido ver.  Por qué en nuestra familia siempre ocurre un accidente en navidad?  Mi segundo hijo como mi tío (el segundo hijo de mi abuela), nacieron en la misma fecha de diferente año y pareciera que les suceden cosas semejantes!.  Nos asombra cuando detectamos sincronía de ciertos hechos o acontecimientos en determinadas fechas. El análisis revela que no son acontecimientos casuales.

Romper secretos sana, repara y evita la repetición. Cuando se sabe, se deja de tropezar con la misma piedra.

No todos los hijos o descendientes cumplen los mismos mandatos. De hecho, con los mismos padres y la misma familia, tres hermanos pueden ser notoriamente diferentes. La clave está en los lugares de cada uno, las expectativas de los padres cuando cada uno de los hijos nació, qué duelo resuelto  carga cada uno de ellos, qué nombre revela su doble en el árbol, que circunstancias vivían los padres y cómo los sufrieron en cada uno de los embarazos.

Tal vez nuestra foto se identifique más con un tío abuelo que no conocimos que con el hermano con quien compartimos los juegos de infancia o con los mismos padres.

¿Por qué hay secretos que se perpetúan? Porque ante lo terrible no hay palabra; y ya sabemos: lo no dicho enferma y se transmite a la próxima generación, es por tanto, tarea desentrañar raíces que en la actualidad rebotan en la personalidad, los traumas, las decisiones, los dolores físicos y psíquicos.

¿Le damos a cada hijo lo mismo? ¿Son todos los hijos iguales? Sabemos que no.  Como los cinco dedos de la misma mano, son todos diferentes y vienen a cumplir distintas funciones.  A lo heredado común se añade el contexto en que se concibe a cada hijo, las expectativas puestas según el orden de llegada, el sexo, la situación personal del matrimonio (la evolución de la relación, años de convivencia, estado económico, duelos, etc.) y finalmente, lo que cada sujeto va adquiriendo: gustos, elecciones, creencias, costumbres.

Tres pilares constituyen la identidad: qué me dan, qué esperan, qué pongo.  En los tres se oye el eco de la lengua familiar –siempre nuevo y renovado, pero siempre el mismo: eso que denominamos “aire de familia”-, la voz de los antepasados, qué le dieron al nacer a mi padre y a mi madre, qué esperaban mis abuelos de ellos y qué hicieron ellos para aceptar o violar el guión preestablecido…

“… Ni el árbol que es abuelo de su sombra,

Ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,

Ni la fruta madura, incandescente,

Ni la raíz de perlas y de escamas,

Ni tu tío, ni tu chozno, ni tu hijo,

Ni tu locura, ni tus espaldas,

Sabrán del tiempo obscuro que nos corre

Desde las venas tibias hasta las canas…”.

Jaime Sabines Gutiérrez