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EL SENDERO OCULTO DE LA SEXUALIDAD MASCULINA

Fuente Jaquelin Machado G. | Revista Personae

Muchas de las civilizaciones antiguas tenían como foco de atención la sexualidad sagrada -que es la comunión de lo masculino y lo femenino- como complemento, fusión y éxtasis. En la danza de los amantes baila la energía sexual con un propósito claro que luego el corazón expande. La sexualidad sagrada tiene como eje de inicio el cuerpo y la importancia de la misma como vehículo de Ascensión de la energía sexual que se dirige hacia la expansión y no hacia el vacío del drenaje de esta energía tan poderosa.

El arte de la danza de los amantes integra el propósito del alma y del corazón en cada uno de los amantes y en el éxtasis de la disolución en ambos. Activar la kundalini es encender el canal central circulando la energía sexual en un movimiento toroidal convirtiendo al ser humano en un generador de energía sagrada que le permite su autogestión y su auto regulación. En la sexualidad sagrada que integra el amor mágico, el hombre ha de preguntarse si será capaz de aceptar que la mujer dirija el acto una vez encendido el fuego de la pasión y el quedarse pasivo mientras ella es activa. A esto se le llama ser iniciado por la diosa y por lo femenino que yo soy.

Si esto es posible, hombre y mujer se equilibran, pues el hombre adquiere pecho porque conecta con el sentimiento y la mujer adquiere vientre porque libera su exceso de emotividad. El hombre se equilibra porque se vacía del exceso de agresividad y de impulsos cargados de enojo que producen un cortocircuito en su energía y la mujer se equilibra porque se vacía del exceso de emotividad que le produce angustia y sufrimiento cargado de tantos dolores emocionales ambos tienen la suficiente conciencia y sensibilidad hacia el complemento con lo femenino.

Para ello, hombre y mujer han de liberarse de los nudos sexuales que impregnan su vida emocional, física, mental y espiritualmente bloqueando en ascenso de la energía sexual que ha de ir del sacro pasando por el corazón y llegando a la coronilla culminando en el éxtasis y la disolución en la danza de los amantes.

Muchos son los mitos, refranes, afirmaciones y leyendas respecto de la sexualidad masculina en las que, necesariamente, también se encuentran implicadas las mujeres. Creencias sobre el amor y el sexo son transmitidas de padres a hijos por generaciones a través de bromas, chistes, refranes, por medio de la educación, la ciencia y la religión. Todo ello, ha limitado enormemente la posibilidad expansiva que siempre ha tenido la Sexualidad. Lo que es una realidad actual es que todas esas ideas, creencias y leyendas están más arraigadas en los hombres que en las mujeres. No obstante, es importante aclarar que, aunque esto sea así, no se puede dejar de lado que la sexualidad masculina está implicada en el tema de pareja y, por lo tanto, se manifiesta la interrelación con la mujer y de alguna manera se encuentra involucrada.

Una de las principales creencias masculinas más arraigadas es la de la eyaculación, en la que se cree, por muchos hombres y bastantes mujeres, que si no se eyacula, entonces, no hay placer ni hombría ni se es lo suficientemente mujer para hacer “venir a un hombre”, etc.… Las religiones defienden la cuestión de que eyacular solo debe hacerse con la finalidad de tener hijos. La masturbación excesiva para provocarse la eyaculación ayuda a eliminar tensiones acumuladas, tocar el tema de la eyaculación sea ésta precoz, tardía, se dé junto con el orgasmo masculino o se confunda como orgasmo masculino, generalmente es un tema que se evita de diversas formas e incluso se gastan bromas que van de lo simple a lo grotesco para no profundizar en el asunto.

Lo cierto es que, reconocido o no, la vida sexual de la gran mayoría de hombres se encuentra en tal desequilibrio que buscan la última entrevista, revista de moda, conversaciones fugaces en la oscuridad para que no se sepa por “otros”, las respuestas anheladas sobre la sexualidad mágica ante su propia insatisfacción viril. En otros casos, recurren al autoengaño de contarse historias de los buenos amantes que fueron, que son o a excesivas “libertades en su sexo” y a la ahora tranquilidad que viven. Sin embargo, qué hombre va a reconocer ante sí mismo que por mucho que haya practicado la masturbación, el sexo rápido, el tener una larga lista de mujeres en su recorrido sexual para perfeccionar sus técnicas de enamoramiento y excitación – pasión hacia la mujer, y/o el desarrollar artes de seducción y habilidades amatorias, aún no sabe nada del amor y la sexualidad consciente como un camino diferente al que hasta ahora ha llevado y del que sí puede vivir la plenitud, el éxtasis, el orgasmo, la pasión y la liberación del ser esencial.

Otro de los mitos o creencias generalizadas en los hombres es pensar que en una relación sexual el mover rápido, fuerte y aceleradamente las caderas al penetrar a una mujer, ésta goza mucho más y el hombre mantiene por más tiempo la erección. Resulta que la erección del pene depende del Sistema Parasimpático lo que hace que entre más aceleración y movimiento rápido de caderas menor sensibilidad en el pene, menos tiempo de erección, más rápida será la eyaculación y más problemas se manifestarán en su vida sexual individual pues mantienen más una postura autista por la falta de relación con la pareja.

Muchos hombres creen que excitar a una mujer desde el comienzo en su zona genital (vaginal) es de gran beneficio y los convierte en excelentes amantes. Aunque logren excitarla de este modo, nunca lograrán hacer contacto con la bioenergía íntima de su sexualidad. Una mujer necesita encender su fuego, su pasión desde el pecho, desde los besos porque esas zonas son sus aspectos activos y luego si entra la zona vaginal. Si el hombre no se toma el tiempo, la determinación y es consciente de esto, dejará en la mujer frustración, insatisfacción y aumentará su emotividad y él se perderá del encendido profundo de su propio fuego. El hombre debe comprender que en lo femenino, todo empieza en el pecho, la boca y los pezones. Si no eres realmente consciente de esto, es decir, que lo hagas sin intención de dominarla ni de controlarla o someterla a tus deseos, podrás excitarla desde su sexo (vagina) e incluso desde su pecho, boca y pezones, pero la dejarás frustrada energéticamente, no tendrá ganas de fundirse en tu pecho, no habrá pasión ni deseo sexual que la haga entregarse al hombre que eres ni fundirse contigo en uno solo.

Por otro lado, creer que toda eyaculación es un orgasmo masculino más o menos intenso y que el orgasmo masculino solo es genital es permanecer extraviados de la masculinidad profunda. La eyaculación es una descarga energética que puede liberar tensiones acumuladas por las frustraciones de la vida cotidiana. Desafortunadamente, la mayoría de los hombres eyaculan por una falta de interés por lo femenino y/o por falta de control al momento en que sienten que es imposible e inminente eyacular (la verdad íntima y callada es que muchos ni siquiera intentan aprender a controlarse). Así, la mujer queda con una sensación de fracaso y tristemente no se entera de que hay niveles superiores del placer en los alcanza la libertad, el éxtasis y la plenitud. Por tanto, se siente utilizada como si fuera una vasija que recibe y contiene la descarga seminal del hombre y ¡a dormir! El hombre no sólo tiene orgasmo genital, sus orgasmos, si se permite la no eyaculación y prolonga la relación que supera la excitación, son múltiples como en el pecho, la garganta y base de la columna, orgasmos de próstata, de órganos, del sistema nervioso o del cerebro. El hombre sí puede ser multiorgásmico.

Otra de las creencias que predominan aún en nuestros días es el que muchos hombres piensan que son muy buenos amantes, que sus habilidades amatorias y su experiencia sexual les provee de lo necesario para excitar y hacer “venirse” a una mujer para que tenga orgasmos y que, si no lo logran, es porque la mujer es frígida. Lo cierto es que no hay mujer frígida, el punto central es que se requiere de más tiempo y entrega por parte de la pareja masculina y si ésta no está dispuesta a permanecer por lo menos entre 20 y 30 minutos haciendo el amor, es imposible, porque algunas mujeres responden más lento o tardan más al estímulo para logren contactar con sensaciones y experiencias que están muy por encima de lo que “se conoce como pasión y orgasmo”. Los hombres deben de dejar de estar obsesionados con el tema de la eyaculación y relajarse para poder soltarse durante el juego del amor y fluir en el presente en el lugar donde no se va a ninguna parte más que al placer que surge entre cumbres y valles y en un ambiente relajado en el que ninguno de los miembros de la pareja intenta dominar o controlar al otro porque ambos, en un continuo placer, se disfrutan al abrazarse, de acariciarse, de besarse y de compartirse también intercambiando sus alientos.

No obstante, en un alto porcentaje de relaciones de pareja existe un gran temor a volverse locos y a perder la cabeza cuando despierte la bestia dormida que todos llevamos dentro, cuando se permanece un buen rato en el acto amoroso. Por lo mismo, es muy común que los hombres aceleren su ritmo y movimiento de caderas durante el acto por temor a abrirse al sentimiento y la emoción que yace en su pecho y que desencadenaría la apertura al drenaje de aguas turbias que ponen a flor de piel el miedo al vacío y el miedo a la muerte, pues el verdadero orgasmo diluye la personalidad del ego especialmente cuando se tiene el privilegio de llegar a la disolución y el éxtasis en el acto amoroso.

F.B: “Sexualidad Sagrada”